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Pruebas de equivalencia: Perspectivas de los expertos

Un paso en nuestro desarrollo de un nuevo paladar es realizar una prueba de alimentación con una ración de control. Este experimento se realiza para probar una hipótesis nula de que dos raciones tienen preferencias idénticas versus una hipótesis alternativa que indica que las raciones tienen preferencias diferentes. Los animales reciben ambas raciones y se recopilan datos sobre las cantidades de consumo. Si los datos indican claramente que la hipótesis nula no es razonable, entonces esa hipótesis se rechaza y declaramos que las raciones son significativamente diferentes. Sin embargo, si los datos obtenidos de las dos raciones son similares, no aceptamos la hipótesis nula y decidimos que las raciones son idénticas. En cambio, concluimos que no reunimos suficiente evidencia para afirmar que son diferentes. Esto es similar a un juicio legal. En un juicio legal, la hipótesis nula es que el acusado es inocente y esto se evalúa frente a la hipótesis alternativa de que el acusado es culpable. No condenar al acusado debido a pruebas débiles no implica necesariamente su inocencia, sino más bien la necesidad de datos más sólidos que respalden su culpabilidad.

En algunos casos, queremos demostrar paridad entre las raciones. Como se describió anteriormente, la falta de una diferencia significativa entre las raciones no implica que sean idénticas en preferencia, por lo que se necesita un tipo diferente de prueba estadística. Para una prueba de equivalencia en un ensayo de alimentación, la hipótesis alternativa es que la diferencia entre las raciones cae dentro de un rango pequeño y tolerable, mientras que la hipótesis nula establece que las dos raciones difieren en una cantidad mayor que no es aceptable para el investigador. Si el investigador confía en que la diferencia entre las raciones no tiene consecuencias, entonces se rechaza la hipótesis nula y las raciones pueden declararse equivalentes.

Cuando se prueba la mejora con respecto al control, la mejor interpretación de la preferencia proviene de una prueba con dos tazones en la que a los animales se les ofrecen ambas raciones simultáneamente. Sin embargo, estas pruebas podrían llevar a conclusiones erróneas en las pruebas de equivalencia. Supongamos que dos raciones son efectivamente equivalentes. En una prueba de dos tazones, un perro podría darse cuenta de la similitud y elegir comer de un solo tazón para minimizar el esfuerzo. Los datos de ese perro implicarían una fuerte preferencia por una ración, lo que podría inducir a error. En cambio, para probar la equivalencia, utilizamos alimentación monádica, ofreciendo a los perros solo un plato con una ración por día. La no equivalencia se indica por una renuencia constante a comer todos los alimentos ofrecidos en una ración. Esto requiere que los perros estén bien alimentados, para que no se vean obligados a comer por hambre. También deben estar condicionados conductualmente para darse cuenta de que en un futuro próximo se les ofrecerá otra comida, quizás con mejor palatabilidad.

En una prueba reciente que realizamos, comparamos raciones para perros con palatentes producidas en dos lugares para evaluar la consistencia del producto. Se realizó una prueba de equivalencia con 40 perros para evaluar la paridad de las raciones. El siguiente gráfico ilustra que, si bien algunos perros mostraron preferencia por una de las raciones, la mayoría comía prácticamente las mismas cantidades de ambas raciones. Como estábamos seguros de que ninguna ración tenía preferencia sobre la otra en más del 5%, se declaró que las dos raciones tenían preferencia equivalente.

Las pruebas de equivalencia deben usarse en otras situaciones en las que el resultado deseado es la paridad, en lugar de
que la mejora. Se pueden evitar conclusiones engañosas haciendo las preguntas correctas y realizando experimentos y análisis apropiados.

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